Chemtrails: Cuestión de Fe

Los Chemtrails como Creencia 




The greatest enemy of knowledge is not ignorance, it is the illusion of knowledge.”
― Stephen Hawking

Podemos afirmar que, en estos momentos, la “teoría desunificada de la conspiración chemtrail” está alcanzando algo de visibilidad. Hace unos días, Iker Jiménez acompañado de unos contertulios profanos en cualquier cuestión técnica o científica que tenga que ver con la atmósfera, la aeropropulsión o la química, dedicó una emisión de Cuarto Milenio al tema de los chemtrails. Si bien esto produjo el regocijo general de los chem-believers, a otros no se nos escapaba que, en realidad, el hecho de que la teoría que suscriben salga en Cuarto Milenio hace más mal que bien, viniendo a poner el asunto de los chemtrails a la altura de las caras de Bélmez, los fantasmas del Auditorio Nacional y los OVNIS. (Para una ridícula acción de un “equipo de Cuarto Milenio” sembrando dudas en pueblerinos zamoranos ver este vídeo).

Obviamente nuestro fin no es aclarar el asunto, porque tampoco está en nuestras manos, pero sí arrojar algo de luz acerca de la forma en la que el chem-believer medio procesa la información (o desinformación) que recibe o a la que accede (prácticamente de forma exclusiva por internet: todo lo que del tema hayamos podido ver en televisión o se intercambie en reuniones y corrillos procede sistemáticamente de este medio).

En mi intercambio de opiniones con miembros pertenecientes a grupos de concienciación sobre el presunto problema de los chemtrails, me encuentro habitualmente gente con poca o ninguna formación ni ideas básicas acerca de las ciencias implicadas en el fenómeno (ciencias atmosféricas, aeropropulsión y otras ramas de la física, química…) y que tienden a rehusar el considerar esta limitación como determinante en su opinión.

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 Coil-like shapes in clouds, created by their passage over the Prince Edward Islands in the south Indian Ocean. Credit: NASA/Terra/MODIS.
¿Qué pasa si no tenemos conocimiento de física atmosférica? Ejemplos de formaciones naturales de "Nubes de Gravedad". En sí no son especialmente raras de ver, puesto que están muy documentadas y bien explicadas científicamente, pero los chem-believers siempre lo asociarán con dispositivos artificiales "HAARP". Se ven usualmente en el Índico Sur, pero se han llegado a divisar incluso en Canarias. Se forman generalmente cuando la alta topografía (como una montaña o volcán) o una fuerte corriente ascendente de aire provoca una perturbación en una capa de nubes fría asociada a su movimiento sobre capas más cálidas .Arriba izquierda: Isla Ámsterdam (Índico Sur), arriba derecha: Océano Índico, abajo izquierda: Mar de Aral (entre Uzbekistán y Kazajistán) y abajo derecha: Isla Marion (Prince Edward's Islands) en el Índico también.

Junto a esta limitación se presentan multitud de creencias falsamente fundadas sobre los contrails (las estelas de condensación o cristalización comunes de los aviones a reacción que se dan en determinadas condiciones atmosféricas) y que vienen a formar parte del discurso básico del chem-believer a la hora de juzgar sus propias observaciones.

En algún momento de su “absorción” de información decidieron que el asunto de los chemtrails les convencía, adoptaron dogmáticamente su postura y por lo tanto cualquier subsiguiente consideración que altere los principios de esta fe es herejía, desinformación o simples tonterías.

Cabe mencionar aquí el hecho de que nuestras confrontaciones siempre las hemos hecho con bibliografía especializada por delante por lo que resaltaremos como característica importante del chem-believer medio su menosprecio sistemático a la literatura especializada y a las opiniones de expertos. Al respecto es habitual que el chem-believer expanda las fronteras de la conspiración allá donde le interese y, si hay científicos expertos en cualquier materia cuyos principios cuestionan que lo que estamos viendo en el cielo sean chemtrails, entonces forman también parte de la conspiración. Están sobornados, amenazados o manipulados de alguna forma. Todos ellos. Sin excepción. Esto nos lleva a otra característica que se deriva de la anterior: el chem-believer tiende a efectuar razonamientos extraordinariamente rebuscados con tal de encajar su creencia en el marco de una contra-argumentación razonable.



Ejemplo de razonamiento rebuscado: Las fotografías de nubes con aspecto "geoingenierizado" tomadas en 1905 por Arthur W. Clayden (y contenidas en su libro "Cloud Studies"), mucho antes de Haarp, las justifican  los chem-believers porque en esa misma época vivió Nikola Tesla, que ya tenía su prototipo de máquina tipo "Haarp". Incluso se alega que su "Wardenclyffe Tower" (una torre de telecomunicaciones que nunca estuvo operativa) es la que podía modificar el patrón de las nubes...en fin...

No puedo evitar referir aquí una anécdota que encuentro tan vergonzosa como divertida: en una de nuestras discusiones con chem-believers presentamos el dato de que en multitud de viejas películas de Hollywood aparecen contrails persistentes (la persistencia es una de las características que, según los chem-believers, prueba que se trata de un chemtrail; por supuesto, esto es falso. La persistencia de los contrails bajo ciertas circunstancias es bien conocida y la bibliografía al respecto abundante). Según una sección de los creyentes en esta conspiración, los chemtrails son un fenómeno relativamente reciente (finales de los 90) y suelen aludir al prístino azul de nuestros cielos ochenteros para llamar la atención sobre el hecho de que, como el cielo está hoy habitualmente surcado de estelas, entonces no pueden ser estelas comunes sino fumigaciones químicas. Así pues, según la conspiración, no puede ser que en películas de los años 50 ó 60 aparezcan estas estelas persistentes y habrá que encontrar otra solución a la paradoja. Pues bien, mi interlocutor en la discusión dio con una respuesta del tipo de las que habitualmente dan los chem-believers cuando hay datos que contradicen razonablemente su fe

“Hay estudios cinematográficos al servicio del NWO (Nuevo Orden Mundial por sus siglas en inglés) y por técnicas de edición se puede alterar cualquier película antigua modificando los cielos y añadiendo "contrails persistentes". Yo mismo podría alterar y limpiar el cielo de un Tga de la película Espartaco, subirlo y mofarme, pero no es estilo de los que simplemente piden limpieza y la verdad.”

Esto es agarrarse a un clavo ardiendo, sí señor.

Ejemplo de contrail persistente en la película "Irma La Douce", de Billy Wilder, 1963. Si alguien se grabó la peli en los 70 u 80 con un VHS verá que ahí sigue ese contrail, pese a que los chembelievers alegan que la cinta original y posteriores copias fueron manipuladas desde los años 90 convenientemente para introducir digitalmente dichos "chemtrails".
No sé cuántos creyentes en chemtrails se han puesto a echar cuentas y a comparar lo que les sale, con la economía del resultado de considerar que todo eso que dicen que son chemtrails realmente no lo sean (recordad la Navaja de Ockham).

Con echar cuentas me refiero a la consideración racional de la dimensión y alcance de la conspiración. Si fueran ciertos los reportes de los chem-believers preocupados que, cámara en mano, se dedican a fotografiar a diario los cielos surcados de estelas, estaríamos hablando de al menos decenas de vuelos por país, algunos cientos en todo el mundo, quizá miles, trabajando prácticamente a diario durante casi 20 años. En todo este tiempo ningún insider ha filtrado la más mínima prueba. Todo lo que se dice que son pruebas se trata de cuestiones tangenciales que no vienen a aportar nada sobre los chemtrails en sí.

En este aspecto también ha salido a relucir el nivel de desinformación o de ignorancia que el chem-believer medio parece traer de serie. Es habitual que tarde o temprano acabe compartiendo fotos de dispositivos extraños dentro de un avión afirmando que se trata de una prueba de los chemtrails; y, si se encuentra con interlocutores verdaderamente informados, tendrá que enfrentarse con el dato de que aquello no es más que un dispositivo de lastre para realizar estudios sobre la distribución de carga en los aviones en fase test o un dispositivo anti-incendios. Porque, asumámoslo ya de una vez, no hay siquiera una patética foto de un avión en tierra del que podamos decir que sea un chemtrailer

Es que la discreción de esta conspiración es su mayor logro: ni una tiradita de la manta, ni una sospecha mínimamente sólida para constituir caso, ni una foto de refilón con el móvil, ni un wikileak, ni un análisis de muestras concuyente…: nada.


 
 
Ejemplos de imágenes usadas por los chem-believers como prueba de la existencia de chemtrails. Arriba izquierda: Sistema de tanques de lastre para pruebas de carga en aviones comerciales. Arriba derecha: Sistema de rociado de agua para experimentar el comportamiento del hielo sobre el fuselaje de los aviones. Se trata de la modificación de un dispositivo de suministro de combustible en vuelo. Abajo izquierda: Avión realizando "fuel dumping" para alcanzar el peso máximo de aterrizaje en condiciones seguras. Abajo derecha: Sistema de tanques con retardante para lucha contra incendios. Nótese el número de patente americana, que se corresponde con tal elemento.

Pongamos un poco de perspectiva aquí: necesitas pilotos. Como hemos visto, decenas por países, cientos o miles en todo el mundo. Necesitas personal de tierra: controladores que hagan la vista gorda, personal de mantenimiento, personal especializado en los dispositivos chemtrail, autoridad aeroportuaria que haga más vista gorda, transportistas, químicos, políticos, personal de seguridad, autoridades que desvíen la atención o minimicen el tema, consejos de administración de algunas empresas (incluso parece ahora que también un ejército de infógrafos y editores de vídeo expertos en manipular películas antiguas, footage de aviones y demás)… no sé, ¿miles, decenas de miles de personas necesariamente implicadas que potencialmente podrían filtrar algo, callando y reciclando sus puestos en estos 20 años, a pesar de que se trata de una conspiración que atenta de forma indiscriminada contra toda la población terrestre? VENGA YA.  Y téngase en cuenta que estos varios millares o decenas de millares de implicados en diferente grado tienen familia y amigos, tienen una vida, con sus dramas y alegrías… y nadie ha soltado ni prenda en 20 años (y eso que no hemos mencionado a los típicos vecinos suspicaces ni a los activista más comprometidos dispuestos a colarse en un hangar de chemtrailers). Y ¿son acaso inmunes a los chemtrails?

En el libro del joyero canadiense experto en chemtrails Amitie Nenki, "Chemtrails, rastros mortales en el cielo", se revelan algunas fórmulas para contrarrestar los efectos  de los chemtrails, desde "pesto al cilantro" hasta baños de desintoxicación calientes con sales de epson pasando por "escribir al gobierno" o fabricar "chembusters".

Pues bien, hasta esto el avezado chem-believer medio lo tiene previsto: me encuentro quien afirma que los conspiradores reciben tratamientos especiales, pueden llevar incluso unos filtros especiales en la nariz o viven recluidos en feudos paradisíacos a resguardo de los chemtrails. Vemos pues que las justificaciones sacadas de la manga, ad-hoc, en forma de patético clavo ardiendo menudean en os corrillos chemtrail. 

Considero los siguientes puntos clave en la expansión de las ideas acerca de esta conspiración:

1) Desconfianza en las instituciones, sobre todo en los tiempos presentes de especial canalleo político, judicial y bancario, movimientos de concienciación democrática (15M), crisis económica e impopulares maniobras de política exterior. Así, cualquier afirmación u omisión que se ejerza desde un plano considerado “de autoridad” adquiere una especial relevancia a la hora de apuntalar la teoría chemtrail (en este sentido todos los políticos, científicos o personalidades son conspiradores salvo aquellos que efectúan declaraciones arrimables a la argumentación chemtrail como ascua a la sardina).


2) Capacidad amplificadora de hoaxes e información sin verificar de las redes sociales. Gran ejemplo de ello es la legión de facebookers compartiendo “memes” ñoños con citas falsamente atribuidas a Einstein, Borges o Goethe (o entrevistas falaces a Ricardo Darín en las que, en un alarde de honestidad humana y profesional, rehúsa a la tentación de Hollywood tendida de la mano de un Tarantino que solicita de sus servicios para encarnar a un capo mexicano de la droga). ¿Qué me decís de los céntimos a cambio de “likes” en facebook para donar médula a una niñita?, ¿o de los reportes de falaces muertes de George Lucas, Miley Cyrus, Paul Stanley, George Cluny, Natalie Portman, Paul McCartney, Lady Gaga, Shakira, Harrison Ford, Madonna o Rusell Crowe que en algún momento los usuarios de la redes sociales expandieron? 

La capacidad de persistencia de un mito está en inversa relación al acceso de pruebas sobre sus aseveraciones. Y aquí es importante definir el concepto de prueba de una forma en la que convengamos. Si de verdad se trata de llegar al fondo del asunto, la prueba científica parece un punto de convergencia razonable para todos.

Según la RAE:
Prueba

2. f. Razón, argumento, instrumento u otro medio con que se pretende mostrar y hacer patente la verdad o falsedad de algo.


y más concretamente, según Wikipedia:

En ciencias, una prueba es un hecho conjeturado por alguna teoría cuya presencia o ausencia solo es compatible con determinada(s) teoría(s) científica(s). Así las pruebas permiten discriminar qué teorías científicas pueden dar cuenta adecuadamente de cierto conjunto de hechos y cuáles no. La prueba científica es un conocimiento objetivoverificable y reproducible.

(Wikipedia describe también la confusión entre los conceptos de prueba y evidencia y me parece apropiado reproducirlo a continuación (los resaltes son míos): 
“La prueba científica no es ninguna evidencia. En inglés la palabra correspondiente a «prueba» es evidence, lo que ha llevado a muchos hispanohablantes a utilizar la palabra «evidencia» en el sentido de «prueba». Este error, tan habitual, es un falso amigo. La palabra inglesa evidence se traduce como «prueba» y la palabra española «evidencia» se traduce en inglés como obviousness (aquello que es obvious, es decir, «evidente»).

La evidencia es un conocimiento que para ser validado no necesita ni de ninguna observación empírica ni de ninguna demostración racional. Es aquel conocimiento que se legitima a sí mismo porque él mismo constituye para todo ser racional, y de manera inmediata, su propio criterio de verdad. La prueba científica, en cambio, no es de ninguna manera evidente sino que se apoya en la observación de uno o más datos empíricos (…))


3) Falta de formación en las materias relacionadas y tratamiento acrítico de las pruebas. Ahora todos somos expertos en ciencias atmosféricas, aeropropulsión y química. O eso parece cuando nos permitimos poner en cuestión tan alegremente las afirmaciones de los verdaderos expertos en estas materias. O más comúnmente, cuando nos permitimos no informarnos (o formarnos mínimamente) en lo que la ciencia sabe acerca de los fenómenos que configuran la hipótesis de los chemtrails. Peor aun: nuestra propia autosuficiencia queda absolutamente patente cuando nos ponen información documental bibliografiada bajo las mismísimas fosas nasales, y decidimos aplicar la primera característica de los chem-balievers que mencioné anteriormente: tendencia a efectuar razonamientos extraordinariamente rebuscados con tal de encajar su creencia en el marco de una contra-argumentación razonable. Esta actitud reacia a las explicaciones científicas y racionales responde a lo que llamo “voluntad de ignorancia”, que es una especie de combinación entre decidir tomar los argumentos dogmáticos como definitivos y probados en sí mismos, y alejar de sí lo más posible cualquier explicación razonable y fundada que contradiga estos argumentos.

Vale, yo tampoco tengo formación científica en estas materias, pero entonces ¿por qué iba a dotar de más autoridad a las declaraciones de periodistas, vendedores de orgonita, bloggers ociosos, Prince y activistas políticos que a las de atmosferólogos, físicos, químicos y demás?
Pues en estas estamos: por un lado resulta más fácil de comprender el lenguaje asequible y divulgativo de los pregoneros de la conspiración chemtrail y por otro el lenguaje técnico de los científicos se hace bola enseguida. Esto, sumado a la desconfianza citada en las instituciones y organismos competentes de autoridad configura el caldo de cultivo de la imaginería argumentativa del chem-believer.


4) Mayor conciencia ecológica. Con razón andamos cada vez más preocupados por la sostenibilidad ecológica del planeta. La globalización de la economía y las comunicaciones ponen en evidencia lo limitado de nuestros recursos y el hecho de que la Tierra no es un saco sin fondo, expoliable sin límite. En la sostenibilidad influye mucho la forma en que obtenemos y usamos la energía y la cantidad de deshechos y forma de procesarlos. En este ambiente de vorágine capitalista demandando el control de los recursos energéticos del planeta, para lo cual no se vacila en iniciar guerras, desinformar y tirar de bandera falsa, nuestra conciencia de lo pernicioso de este camino germina naturalmente. En juego está nuestra supervivencia. Así se genera un sustrato de susceptibilidad social a la suspicacia: vemos cómo los intereses capitalistas se ponen a menudo por delante del bien de la Humanidad (Monsanto, etc.) y, dada la desconfianza en las instituciones y nuestro desconocimiento acerca de la naturaleza de fenómenos de los que casi de golpe adquirimos conciencia, caemos con facilidad en explicaciones reduccionistas que dan cuenta de todo.

5) Dramático aumento del tráfico aéreo y efciencia de los motores en los últimos años. Éste es quizá el aspecto más técnico de todos pero que también explica por qué el cielo no se ve igual hoy que hace 30 años. No profundizaré en él demasiado porque literatura hay para aburrir y en este mismo blog encontraréis un desarrollo completo de este tópico. Bueno, pues ¿qué os parece enteraros así, de sopetón, que desde los años 60 el tráfico aéreo se ha sixtuplicado? Actualmente de 40000 a 50000 aviones realizando diariamente unos 93.000 vuelos comerciales que sumados a los vuelos chárter y de transporte de mercancías alcanzan la media de 300.000 vuelos diarios. (Los vuelos no regulares, como los de maniobras militares, aviación privada y chárter justifican muy bien el que veamos a veces aviones “fuera de las rutas habituales”, argumento probatorio tan últimamente blandido por los chem-believers como puntal de su Verdad).

Sí, lo que vemos son muchas más estelas en el cielo y, por si fuera poco, también más persistentes (infórmese el lector acerca de la relación entre la eficiencia de los motores y la persistencia de contrails). Los chem-believers parecen haberse dado cuenta de esto de golpe, como si de la noche a la mañana hubiese cambiado el aspecto de nuestros cielos. En realidad esto ha sucedido gradualmente: lo que si que ha ocurrido súbitamente es la adquisición de conciencia del fenómeno, quizá a través de un mensaje de facebook, un vídeo de youtube o un email. Desde ese momento, algo a lo que no dedicábamos atención apenas (el aspecto del cielo diurno), se torna llamativo por el simple hecho de que comenzamos a prestarle atención y no porque haya realmente algo extraño.
Airbus 340 (izquierda) produciendo contrail y Boeing 707 (derecha) sin 
producir contrail. La diferencia está, pese a la misma altura 
en que el motor del Airbus es de mayor rendimiento (nueva generación)

Así pues, nuestra recién re-adquirida conciencia del aspecto del cielo diurno viene de entrada acompañada de ciertas ideas sobre chemtrails y conspiraciones que pretenden darle explicación. Me pregunto qué habría ocurrido si las primeras imágenes para llamar nuestra atención sobre el aspecto del cielo actual hubiesen venido acompañadas de una disertación pericial del atmosferólogo David Atlas

Con esta última duda vengo a traer a colación otro de los aspectos que caracteriza al chem-believer medio y que sigue derivándose de los anteriores: sus fuentes de información preferidas son solo aquellas que le confirman su idea previa. La lectura de bibliografía especializada y publicaciones científicas supone un engorro que tiene, además, el indeseable efecto secundario de traer luz a ciertas falsas asunciones sobre las que está apuntalando su fe chemtrail.


Característica también de la actitud del chem-believer es la necesidad gregaria que busca satisfacer en círculos donde intercambian información, fotos y vídeos y se confirman unos a otros su postura. Al estar tratando con una materia escurridiza, de la que no se pueden tomar muestras directas y cuyo aspecto resulta muy difícil discernir de un contrail común, el objeto de la fe es sutil y poco consistente, lo cual precisa de mucho feed-back de cosas que parecen pruebas pero que no lo son, a fin de mantener la fe lo más intacta posible a pesar de la abrumadora falta de pruebas y la consistencia de las contra-argumentaciones.

Intuyo que, a estas alturas, ya hay algunos chem-believers con dudas acerca de lo que han venido creyendo por un tiempo. De hecho he conocido a algunos que han cambiado de opinión y básicamente reportan que repetían la info que les llegaba sin hacerse ciertas preguntas pertinentes. Con esto último llegamos a un punto importante: la conspiración chemtrail convence a ciertas personas porque les viene dada con respuestas a preguntas que ellas mismas no se han planteado. Esto quiere decir básicamente que, dado que somos legos y profanos en cualquier cosa que tenga que ver con la atmósfera, los contrails, la mecánica de fluidos, etc., tendemos a autorizar las afirmaciones de aspecto científico que se cierran sobre una premisa que en principio ignorábamos.
¿En qué momento fuiste consciente de que habían estelas persistentes en el cielo? Probablemente no te diste cuenta de un día para otro, sino que alguien te lo dijo o lo viste por internet.
Veámoslo mas claro: estamos tan tranquilos navegando por internet antes de ir a la cama y nos topamos con una imagen de un cielo lleno de contrails. Nunca nadie nos ha hablado de la conspiración chemtrail y no tenemos ni idea de cuestiones científicas al respecto. Pongamos que soy maestro de primaria y doy lenguaje y plástica. La foto así, a secas, no tiene por qué llamarnos mucho la atención a menos que venga acompañada de frases de enganche con una función claramente apelativa del tipo “¿Te parece esto normal?” o “El cielo no era así hace 20 años”. Entonces, junto a la foto aparece una pequeña aclaración que incluirá unos cuantos conceptos que ignorabas y que suenan a científico y es precisamente en este punto donde se produce la caza de acólitos (chemtrailcólitos): un tema que no te preocupaba en absoluto te es presentado con aparentes respuestas a preguntas que nunca te habías hecho en el lapso que tardas en leer cinco líneas.
Tríptico que advierte sobre los chemtrails
No habría nada demasiado negativo en esto salvo por el hecho de que se demuestra una y otra vez que esas primeras y determinantes premisas que asume el chem-believer son por lo general falsas, inexactas o convenientemente sesgadas. 

Así venimos a aterrizar en un terreno incómodo para el sector creyente: el de las pruebas falseadas adrede. Lejos de ser una nimiedad, esto es un problema endémico en las filas chemtrailcólitas: una y otra vez se mueve la misma información falsificada y es usada como puntal argumentativo hasta extremos ridículos. Me refiero a vídeos o páginas web que tarde o temprano caen en la saca de pruebas que no prueban nada que forma parte integral del equipamiento del chem-believer, en los que se ha manipulado el contenido para hacerlo encajar en el discurso chemtrail (Alemania confirma en un telediario la existencia de chemtrails, el presidente de Ecuador habla de chemtrails, Snowden se pronuncia sobre los chemtrails…). Ni siquiera confrontándoles con la contundente realidad acerca de estas “pruebas” se logra apenas hacer vacilar su fe. Podemos sugerir así otra característica del chem-believer, que viene a ser como las anteriores pero reformulada: su fe es tan fuerte que el hecho de haber caído en la cuenta de que parte –si no mucha- de la información que ha asumido es falsa no afecta lo mas mínimo a los argumentos de su razonamiento. Es como si vacilara nuestra piadosa fe cristiana por el hecho de descubrir que los reyes magos son los padres o porque tras la consagración, el pan y el vino siguen siendo pan y vino.
En algún momento continuaremos con esta disertación. No me cabe duda de que nos aguardan muchas sorpresas en la justificación de este fascinante mundo que es el de los chemtrails.

Terminaré paradójicamente citando a Iker Jiménez en su intervención más lúcida y desapercibida que podéis ver aquí:


“(…) es que a veces las personas creen cosas que son increíbles de verdad porque no tienen ninguna base (…); está muy bien no creer todo lo oficial; está muy bien pensar que el gobierno, como muchas veces ocurre, tuvo que ver en algunas conspiraciones; está muy bien porque es evidente que no es verdad todo lo que nos cuentan. Pero de repente muchos pasan al otro lado y creen con una total falta de juicio cosas que son absolutamente falsas. Seguramente para muchas de esas personas yo soy un vendido, una persona que habla de misterios pero que en el fondo está con los poderes ocultos que engañan al mundo, porque de todo hay en la viña del Señor, cuando llevo toda mi vida intentando despertar de todo esto. Pero eso sí, por favor, no desengancharlo de mi sentido crítico básico (…). ¿Hasta qué punto unas conspiraciones son reales y otros son ficticias? Por desgracia pienso honestamente que hoy en día navegamos en un mundo donde hay una gran parte de la información que la gente desea que sea así pero que no es así. Esto no quita para que evidentemente haya otras conspiraciones y mucho más graves de las que uno empieza, quizá por la edad, a ser consciente. Es muy fácil decir entre comillas que “el gobierno amerciano hizo esto”; es muy fácil decir que en el 11M hubo lo otro; es muy fácil pensar que con JFK… cosas que en el fondo, en el fondo pueden quedarnos más lejanas. Es fácil sentir la fascinación de los que manejan el mundo, de los Illuminati, el Club Bielderberg, el otro, el de la moto… y sin embargo puede que haya algo de cierto en ellas, por supuesto, no hasta el punto que nos comentan los medios más populares de las redes… hay otras conspiraciones como más de fondo, más sordas, más lentas, menos espectaculares, pero que yo creo que nos atrapan a casi todos, incluidos aquellos que están muy alerta contra todas las conspiraciones (…). Pero cuando la conspiración es mucho más cotidiana (…) esa no la acepta casi nadie. (…) Es decir, hay conspiraciones muy interesantes, muy para volverse loco, y otras que nos afectan de verdad (…), esas sí que siguen siendo tabú.”


“Confidence is ignorance. If you're feeling cocky, it's because there's something you don't know.”
― Eoin Colfer, Artemis Fowl

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